Martin Heidegger se plantea, al final de su obra "¿Qué es metafísica?", la siguiente pregunta:
"¿Por qué hay ente y no, más bien nada?".
Para empezar, creo que existe cierta confusión o ambigüedad en los términos del planteamiento de la pregunta misma -o quizá sea un problema achacable a los traductores del libro al español-:
"ente" es "lo que tiene ser", es decir, cualquier cosa singular que "es", que "existe". Sin embargo, no creo que Heidegger tuviera la intención de limitar su cuestión a los estrechos términos del "ente", sino, más en general, de ampliarla al ámbito del "ser" entero, en su totalidad. Por tanto, entiendo que el planteamiento correcto de la pregunta es:
"¿Por qué hay SER y no, más bien, NADA?".
A partir de aquí podemos empezar el análisis de la cuestión sobre fundamentos más sólidos.
Realmente, se trata de una pregunta impactante, que nos deja paralizados y como en "suspenso" ante su magnitud. Bien pensado, es cierto: ¿Por qué hay un Universo, un mundo, un espacio y un tiempo lleno de galaxias, sistemas solares, estrellas, planetas; es decir, un ámbito lleno de cosas (o "entes", si se prefiere). ¿No sería más sencillo y lógico que no hubiera nada?.
La cuestión heideggeriana puede dividirse, para su análisis, en los dos términos fundamentales que la conforman:
1.-El Ser.
Estamos acostumbrados a decir constantemente: ésto "es" tal cosa, aquéllo "es" tal otra, refiriendonos continuamente al "ser" casi sin darnos cuenta de ello, incoscientemente, sin reparar en lo que decimos. Pero ¿Qué es el "ser" al que nos referimos sin descanso una y otra vez con tanta desenvoltura?. Se dirá: El "ser" es "lo más general que hay", algo primigenio que comprende a todo lo demás que viene a continuación, que sería algo meramente derivado.
Lo primero que se puede predicar de las cosas -del "ente"-, es que "son". Pero ésto, desde mi punto de vista, no es suficiente, explica poco o nada. Vuelvo a formular la pregunta: ¿Qué es el "ser"?; o, si se prefiere, ¿qué significa "ser"?. Para empezar, "ser", desde la perspectiva linguísitica, es un "verbo"; y todo verbo designa un "acto", una "acción". Tenemos ya, pues, una primera conclusión, aunque sea provisional: "Ser" es una "acción".
¿Y en qué consiste esa "acción"?; ¿cuál es su contenido?. Aquí viene la dificultad máxima, que los académicos tratan de eludir diciendo, como he expuesto arriba, que "el ser es lo más general que hay". Yo voy a intentar ir un poco más lejos, arriesgándome a dar una respuesta menos neutra y más significativa: El "ser" es una especie de "irradiación" o "vibración" que producen las cosas, que emana de ella y las impregna. En cualquier caso, recordemos que -tal como he dicho arriba"- "ser" es una "acción" (la acción de "irradiar" o "vibrar"), lo cual conlleva un ESFUERZO -y ésto es importante retenerlo-.
2.-La Nada.
Al abordar este concepto, advertimos que la dificultad pasa a ser extrema, hasta tal punto que parece desbordarnos y desbaratar incluso el lenguaje que empleamos. Al hablar de "la Nada", ni siquiera podemos decir, como hacíamos al referirnos al "ser", ¿qué "es" la Nada?, porque la pregunta implica ya, en sí, una contradicción o incoherencia, que se manifiesta en el término "es" inserto en la cuestión, porque la Nada es lo contrario del Ser y, por tanto, de ella no se puede predicar, ni siquiera, que "es" Nada, ya que, al hacerlo, le estaríamos atribuyendo automáticamente la condición de "ser".
El problema no mejora si tratamos de solucionarlo introduciendo una locución negativa en la eventual definición de la Nada, diciendo, por ejemplo: "la Nada no es nada"; porque de nuevo vuelve a aparecer en el horizonte una contradicción: si "no es nada", entonces "será algo". La dificultad de tratar con la categoría de "la Nada" la advirtieron ya perfectamente los presocráticos, cuando uno de ellos dijo: "El ser, es; el no-ser, no es. Sobre lo que es, se puede hablar. Sobre lo que no es, solo cabe guardar silencio".
La Nada "es" -si se me permite la licencia linguística-, por tanto, la negatividad absoluta, el no-ser radical, la ausencia total de "ser". La Nada no es nada, y de ella no se puede decir nada: no tiene aspecto, dimensiones, color, olor, sabor; es, si cabe la comparación con la astronomía, como un "agujero negro" que todo lo absorbe y no deja salir nada de su radio de acción. Pero es que la Nada, como he dicho, ni siquiera tiene color: por tanto, no cabe acercarse a ella cerrando los ojos y diciendo "no veo nada", "todo es negro", porque la Nada no es negra ni gris: no es. Y tampoco cabe concebirla como un inmenso espacio vacío que no contiene nada, porque un espacio, un ámbito, ya "es" algo, aunque no contenga en su seno ningún objeto o ente particular. Alguien dijo una vez, en la línea de la cuestión heideggeriana, que, aunque en el Universo no hubiera nada más que una simple piedra en un enorme espacio vacío, la existencia de esa mera piedra exigiría ya una explicación; se podría ir aún más allá, ser más radical y decir: aunque no hubiera más que un enorme espacio vacío -sin una modesta piedra siquiera en su seno-, la existencia de ese espacio exigiría ya una explicación.
Ahora bien, ¿por qué, a pesar de todo, existe el concepto de "Nada"?; ¿por qué, a pesar de la extremada dificultad de su tratamiento conceptual y linguístico, existe, a nivel teórico, esa entelequia que llamamos "Nada"; ¿por qué, a pesar de que es algo inconcebible e intratable, la Nada está ante nosotros, como un enigmático fantasma?.
Más aún: ¿Por qué el Ser puede -o "es capaz de"- concebir la mera posibilidad de lo absolutamente contrario a él, se su total negación, la Nada?. La pregunta de Heidegger ¿Por qué hay Ser y no, más bien, Nada? lleva implícita una concepción terrible escondida en su seno: La de que sería más lógico que no hubiera Nada, y que, el hecho de que haya Ser, constituye en realidadd una extraña anomalía que debe ser explicada.
Y ello porque, como se ha dicho arriba, el Ser es un acto que implica un esfuerzo, mientras la Nada denota un reposo absoluto que no requiere trabajo alguno, por tanto, algo más "cómodo", si se puede hablar así. En este sentido, ya Sigmund Freud, en su obra "Más allá del principio del placer", en la que da un "giro copernicano" en su concepción del mundo, señalaba que, en el seno de la materia viva se desarrollaba una lucha permanente y titánica entre dos tendencias o instintos básicos: "Eros" y "Thanatos". "Eros" es el impulso vital, la fuerza que lleva a los seres vivos a tratar de sobrevirvir -conservarse- y reproducirse -expandirse-; "Thanatos" es el instinto de muerte, una fueza contraria que lleva a los seres vivos a dejar de realizar el esfuerzo de vivir y desear volver al reposo de la materia inerte, de la que la vida ha surgido.
Desde esta perspectiva, el hecho de que el Ser pueda siquiera concebir la posibilidad de la Nada implica que el Ser está aquejado de una ENFERMEDAD, de una extraña patología que lo lleva a cuestionarse a sí mismo, cuando lo normal -"lo sano", si se prefiere decir así- sería que el Ser afirmase sin ninguna fisura de duda su propia existencia como algo absoluto, inapelable, imposible de ponerse en cuestión. Así pues, la pregunta de Heidegger ¿Por qué hay Ser y no, más bien Nada?, solo es posible porque ese "Ser" del que habla el filósofo alemán está ENFERMO.
¿Y cual es esa rara enfermedad que aqueja al Ser?, cabe preguntar entonces. La respuesta nos la da otro filósofo alemán anterior a Heidegger: Friedrich Nietzsche. Él certificó "la muerte de Dios", advirtiendo que, tras este apocalíptico acontecimiento sobrevendría una sombría época de "nihilismo" -cuya duranción él calculaba en unos 200 años- hasta que los nuevos valores anunciadores del Super-hombre comenzaran a brillar en el cielo de la humanidad. El "nihilismo", según Nietzsche, es una etapa necesaria e invetible de transición entre el hombre y el Super-hombre, en la que se produce "una desvarolización de los valores" que, hasta la muerte de Dios, constituían los ideales más valiosos de la humanidad, aquello que daba sentido a la vida humana.
Cuando Dios muere -o mejor dicho, es "asesinado" por el propio ser humano-, sobreviene una etapa intermedia en la que parece que "la vida no tiene sentido", que "nada vale la pena", que el Ser mismo no tiene valor alguno, y surge en la humanidad la terrible duda de si no sería mejor que nada hubiera surgido nunca, que nada existiera, que quizá sería mejor volver...a la Nada.
En el contexto del pensamiento nietzscheano y su concepción del "nihilismo" es en que cobra sentido y se vuelve comprensible la pregunta de Heidegger: ¿Por qué hay Ser y no, más bien, Nada?. Heidegger, como todos nosotros vivió -estamos viviendo- esa oscura época nihilista. El diagnóstico que haría Nietzsche sería que la pregunta en cuestión solo puede hacerse porque LA ENFERMEDAD DEL NIHILISMO HA PENETRADO EN EL SENO DEL SER, como una infección maligna. Solo así puede entenderse que el Ser pueda siquiera ponerse en cuestión a sí mismo y concebir su absoluta negatividad -la Nada- como una posibilidad. Y es que en tránsito del hombre al Super-hombre no es un "camino de rosas", sino una arriesgado ejercicio de equilibirismo -como el de un funambulista sobre el alambre- lleno de peligros y amenazas: Existe la posibilidad de que ese tránsito se malogre y acabe en catástrofe, si el ser humano "resbala" accidentalmente y cae al vacío, o, peor aún, si cede voluntariamente a la tentación de dejarse sumergir en brazos de...la Nada.
Ahora bien, dicho lo anterior, y teniéndolo bien presente, retomemos la pregunta que nos ocupa: ¿Por qué hay Ser en lugar de Nada?. El hecho cierto, positivo y constatable es que, en el estado actual de las cosas, "hay Ser" y "no Nada". Existe un Universo constituído por un espacio infinito que contiene en su seno un inmenso número de entes enormemente variados: Desde un majestuoso cúmulo de galaxias hasta una modesta hormiga o un ínfimo grano de arena en una playa. La cuestión es: ¿Cabía otra posibilidad?; ¿era posible que en lugar de Ser no hubiera Nada?. Esta interrogación parece remitirnos a un pasado remoto en que la suerte del mundo hubiera podido decantarse entre una u otra posibilidad: Que hubiera Ser o que no hubiera Nada. Sin embargo, si analizamos bien la cuestión, advertiremos que su mero planteamiento es absurdo: ¿Cuándo se produjo ese momento de indecisión anterior a todo?; ¿qué o quién decidió que la "bola de billar" de la posibilidad soltada por una mano anónima en una hipotética intersección entre la rampa del Ser y la de la Nada cayese rodando por la del Ser en lugar de hacerlo por la de la Nada?. Nunca se produjo ese momento y nada o nadie tomó decisión alguna al respecto: Nunca se produjo ese momento, porque para ello hubiera sido preciso un tiempo anterior a "ese momento" y, sin embargo, sería a partir de "ese momento" cuando habría nacido el tiempo; y nada o nadie pudo tomar esa decisión porque para ello hubiera sido preciso que hubiera habido "algo" o "alguien" capaz de adoptarla y, algo imposible, porque en "ese momento" aún no había Ser ("algo" o "alguien") ni Nada.
Además, hay Ser porque el Ser es eterno, pues la lógica nos dice que "de la nada, nada sale"; y porque el Ser es necesario, porque, siendo la Nada pura negatividad, y habiendo Ser como efectivamente constatamos que lo hay, es claro que la Nada es inconcebible e imposible, ya que, caso contrario, se negatividad hubiera destruido al Ser y yo no podría estar en este momento escribiendo este artículo ni Vd. leyéndolo...
Es ahora, por tanto, cuando estamos en condiciones de responder a la pregunta de Heidegger:
"¿POR QUÉ HAY SER Y NO, MÁS BIEN, NADA?": "¿Y POR QUÉ DEBERÍA `HABER´ NADA Y NO, MÁS BIEN, SER?".
jueves, 6 de agosto de 2009
martes, 21 de julio de 2009
POR ENÉSIMA VEZ: ¿QUÉ ES FILOSOFÍA? (II).
El AXIOMA del que debe partir cualquier reflexión filosófica es la constatación de que LO FUNDAMENTAL ESTÁ OCULTO.
Si definimos la filosofía como un intento de dar una EXPLICACIÓN GLOBAL DE TODO LO EXISTENTE MEDIANTE LA RAZÓN, es decir, la búsqueda o investigación del fundamento último de todo lo existente como totalidad (o sea, de la esencia del mundo, de la causa primera, del sentido y la finalidad última de todo lo que hay, del "ser" en bloque -por oposición a la nada-), utilizando el razonamiento lógico, hay que partir del principio de que "éso" que busca la filosofía NO ESTÁ A LA VISTA, no es evidente, requiere un esfuerzo de investigación y búsqueda; es, por tanto, una INCÓGNITA (x) que no se nos aparece directamente, que nos obliga a "hacer algo", a "darle vueltas a la cabeza", a poner en marcha nuestra mente para DESVELARLO, igual que en una novela negra el detective tiene que buscar la solución al problemaque se le plantea mediante una INVESTIGACIÓN que, partiendo de los datos de hecho existentes, se remonta, a través de la DEDUCCIÓN LÓGICA hasta la CONCLUSIÓN FINAL.
Y es evidente que lo fundamental está oculto, porque, de lo contrario, no nos plantearíamos ninguna PREGUNTA, ninguna cuestión, ningún interrogante sobre ello. Si nos preguntamos cuál es el fundamento último de todo lo existente, la esencia del mundo, la causa primera y el fin último del SER -en contraste con la nada- y el sentido de todo lo que pasa, es, evidentemente, porque NO LO SABEMOS, porque no tenemos la respuesta. Nos encontramos de pronto inmersos en un PROCESO ("la vida es un viaje", se suele decir) cuyo punto de partida y estación de destino ignoramos: solo sabemos que vamos en un tren que se mueve, y que el paisaje al otro lado de la ventanilla pasa y cambia sin cesar. No sabemos de dónde venimos, ni adónde vamos; ni por qué viajamos siquiera.
Todas estas cuestiones nos están VELADAS, como en una novela de misterio, y al hombre le toca, por todos los medios posibles, intentar DESVELARLAS, despejando la INCÓGNITA (x) de la ecuación del mundo.
El positivismo NO TIENE RAZÓN: si el fundamento último de todo lo existente estuviera a la vista, si fuera, simplemente, LO DADO, lo puesto, lo real, lo evidente, lo que aparece a simple vista, nadie se plantearía pregunta alguna -ni la más mínima-, nadie se interrogaría por nada. Todos nos daríamos por satisfechos con lo evidente sin intentar en absoluto indagar en lo que fuera. El mero hecho de que EXISTA LA PREGUNTA, cualquier pregunta, hasta la más nimia, demuestra que aún no sabemos, que NECESITAMOS BUSCAR UNA RESPUESTA; y no "cualquier" respuesta parcial, sino la respuesta ÚLTIMA: porque la pregunta más trivial, cualquiera que sea, remite a otra más amplia y general, y así sucesivamente, hasta postular una respuesta última que nos permita COMPRENDERLO y nos lo EXPLIQUE TODO (ésto ya lo vio Hegel, cuando dijo, atinadamente, que "lo verdadero es el todo").
Ése es el movimiento o la tendencia INHERENTE a la naturaleza misma de la RAZÓN; la "razón positivista" es, por tanto, una razón CASTRADA, que se conforma con explicaciones parciales y no quiere ir "más allá": pero, al conformarse con estas explicaciones parciales, en el fondo está renunciando a TODA explicación y dejar sin explicar, incluso, el campo acotado de la realidad que cree agotar, precisamente porque cada explicación parcial remite, sin cesar, a otra más GENERAL.
Del mismo modo que, al constatar que las cosas se mueven, que existe el movimiento (o cambio), Aristóteles dedujo que se debía a que "aún no estaban en su sitio", el hecho de que exista la PREGUNTA, el interrogante, demuestra que estamos inmersos en un proceso de BÚSQUEDA de una RESPUESTA: de "ALGO" que no es evidente, que no está a la vista, que está oculto y que hay que INVESTIGAR.
La Historia de la Filosofía es un cuadro cronológico de las distintas RESPUESTAS que se han dado a la INCÓGNITA. Pero solo sabremos que hemos encontrado la VERDADERA cuando absolutamente a NADIE se le ocurra preguntar NADA MÁS.
La gran UTILIDAD de la filosofía es que ENSEÑA A PENSAR, porque es pensamiento por excelencia. Si uno consigue entender, asimilar, incorporarse conceptos metafísicos y lógicos, necesariamente tiene que ser capaz de entender cualquier otra ciencia particular, que no consiste más que en llenar de "contenido" material la "forma" del pensamiento racional que proporciona la filosofía: "El que puede lo más, puede lo menos", se dice; o, en otras palabras: el que asume la abstracción de la filosofía no tendrá que hacer mayor esfuerzo para asimilar realidades más concretas. Por tanto, la filosofía es útil porque desarrolla la capacidad de pensar y esta capacidad se puede aplicar luego a cualquier materia o campo de la realidad.
Si definimos la filosofía como un intento de dar una EXPLICACIÓN GLOBAL DE TODO LO EXISTENTE MEDIANTE LA RAZÓN, es decir, la búsqueda o investigación del fundamento último de todo lo existente como totalidad (o sea, de la esencia del mundo, de la causa primera, del sentido y la finalidad última de todo lo que hay, del "ser" en bloque -por oposición a la nada-), utilizando el razonamiento lógico, hay que partir del principio de que "éso" que busca la filosofía NO ESTÁ A LA VISTA, no es evidente, requiere un esfuerzo de investigación y búsqueda; es, por tanto, una INCÓGNITA (x) que no se nos aparece directamente, que nos obliga a "hacer algo", a "darle vueltas a la cabeza", a poner en marcha nuestra mente para DESVELARLO, igual que en una novela negra el detective tiene que buscar la solución al problemaque se le plantea mediante una INVESTIGACIÓN que, partiendo de los datos de hecho existentes, se remonta, a través de la DEDUCCIÓN LÓGICA hasta la CONCLUSIÓN FINAL.
Y es evidente que lo fundamental está oculto, porque, de lo contrario, no nos plantearíamos ninguna PREGUNTA, ninguna cuestión, ningún interrogante sobre ello. Si nos preguntamos cuál es el fundamento último de todo lo existente, la esencia del mundo, la causa primera y el fin último del SER -en contraste con la nada- y el sentido de todo lo que pasa, es, evidentemente, porque NO LO SABEMOS, porque no tenemos la respuesta. Nos encontramos de pronto inmersos en un PROCESO ("la vida es un viaje", se suele decir) cuyo punto de partida y estación de destino ignoramos: solo sabemos que vamos en un tren que se mueve, y que el paisaje al otro lado de la ventanilla pasa y cambia sin cesar. No sabemos de dónde venimos, ni adónde vamos; ni por qué viajamos siquiera.
Todas estas cuestiones nos están VELADAS, como en una novela de misterio, y al hombre le toca, por todos los medios posibles, intentar DESVELARLAS, despejando la INCÓGNITA (x) de la ecuación del mundo.
El positivismo NO TIENE RAZÓN: si el fundamento último de todo lo existente estuviera a la vista, si fuera, simplemente, LO DADO, lo puesto, lo real, lo evidente, lo que aparece a simple vista, nadie se plantearía pregunta alguna -ni la más mínima-, nadie se interrogaría por nada. Todos nos daríamos por satisfechos con lo evidente sin intentar en absoluto indagar en lo que fuera. El mero hecho de que EXISTA LA PREGUNTA, cualquier pregunta, hasta la más nimia, demuestra que aún no sabemos, que NECESITAMOS BUSCAR UNA RESPUESTA; y no "cualquier" respuesta parcial, sino la respuesta ÚLTIMA: porque la pregunta más trivial, cualquiera que sea, remite a otra más amplia y general, y así sucesivamente, hasta postular una respuesta última que nos permita COMPRENDERLO y nos lo EXPLIQUE TODO (ésto ya lo vio Hegel, cuando dijo, atinadamente, que "lo verdadero es el todo").
Ése es el movimiento o la tendencia INHERENTE a la naturaleza misma de la RAZÓN; la "razón positivista" es, por tanto, una razón CASTRADA, que se conforma con explicaciones parciales y no quiere ir "más allá": pero, al conformarse con estas explicaciones parciales, en el fondo está renunciando a TODA explicación y dejar sin explicar, incluso, el campo acotado de la realidad que cree agotar, precisamente porque cada explicación parcial remite, sin cesar, a otra más GENERAL.
Del mismo modo que, al constatar que las cosas se mueven, que existe el movimiento (o cambio), Aristóteles dedujo que se debía a que "aún no estaban en su sitio", el hecho de que exista la PREGUNTA, el interrogante, demuestra que estamos inmersos en un proceso de BÚSQUEDA de una RESPUESTA: de "ALGO" que no es evidente, que no está a la vista, que está oculto y que hay que INVESTIGAR.
La Historia de la Filosofía es un cuadro cronológico de las distintas RESPUESTAS que se han dado a la INCÓGNITA. Pero solo sabremos que hemos encontrado la VERDADERA cuando absolutamente a NADIE se le ocurra preguntar NADA MÁS.
La gran UTILIDAD de la filosofía es que ENSEÑA A PENSAR, porque es pensamiento por excelencia. Si uno consigue entender, asimilar, incorporarse conceptos metafísicos y lógicos, necesariamente tiene que ser capaz de entender cualquier otra ciencia particular, que no consiste más que en llenar de "contenido" material la "forma" del pensamiento racional que proporciona la filosofía: "El que puede lo más, puede lo menos", se dice; o, en otras palabras: el que asume la abstracción de la filosofía no tendrá que hacer mayor esfuerzo para asimilar realidades más concretas. Por tanto, la filosofía es útil porque desarrolla la capacidad de pensar y esta capacidad se puede aplicar luego a cualquier materia o campo de la realidad.
lunes, 20 de julio de 2009
POR ENÉSIMA VEZ: ¿QUÉ ES FILOSOFÍA? (I).
Tengo que comenzar con una advertencia: Pese a que "Boulesis" es una comunidad creada y gestionada por profesores de filosofía que ha tenido a bien admitirme en su asamblea, debo confesar que no soy profesor de filosofía, ni licenciado en filosofía, ni siquiera estudiante de filosofía, sino un modesto "aficionado a la filosofía"...
¿Qué pinta entonces un simple aficionadillo en un sitio tan serio, entre gente tan técnicamente preparada desde el punto de vista profesional o academico?; ¿qué valor puede tener lo que diga un "don nadie" como yo?. Pienso que mucho: Precisamente el hecho de no pertenecer al "mundo" de la Filosofía -ahora con mayúscula- me permite tomar distancia respecto a los temas filosóficos, proyectar una mirada original sobre ellos, como un niño o un hombre primitivo que expresaran su visión de la realidad a través de una pintura "naïf".
Pues bien: Supongo que la cuestión que planteo bajo el epígrafe que da título a este artículo habrá sido formulada una y otra vez a lo largo de miles de años por personas mucho más preparadas que yo. Incluso puede que el problema haya sido ya resuelto y yo no me haya enterado. Solamente pido a mis amables lectores que escuchen la opinión de un niño o de un salvaje al respecto (aún a riesgo de que se me acuse de tratar de "descubrir el Mediterráneo")...
¿Qué es filosofía?. La respuesta parece fácil y sencilla: en sentido etimológico, filosofía es "amor a la sabiduría". Sin embargo, ya de entrada, uno, en su ingenuidad, advierte que la filosofía es justamente lo contrario: es -se podría decir- "el arte de complicarse la vida". El hombre común y corriente, sumergido en el tráfago cotidiano de sus asuntos y sus negocios, considera, incluso, que la pregunta está de más; él lo tiene claro: la vida es un juego que consiste en sobrevivir y reproducirse, y lo demás sobra (ya lo decía el viejo adagio: "primum vivere, deinde filosofía"; e incluso un poeta de la sensibilidad de Antonio Machado llegó a escribir: "Que la suprema ley de la vida-es vivir como se pueda"). Así que el "hombre normal" solo se plantea las tres cuestiones filosóficas típicas ("¿quiénes somos, de dónde venimos, adónde vamos?") en momentos excepcionales (por ejemplo: ante la muerte de un familiar, un amigo, un compañero de trabajo, un conocido, mientras se fuma un rápido cigarrillo a la puerta de la sala del tanatorio en que se velan los restos mortales del finado; después vuelve, lo más deprisa que puede, a sus historias cotidianas exorcizando esas cuestiones tan abstrusas con tópicos como "la vida es así", "la vida sigue", etc...). Desde este punto de vista, la filosofía sobra, es una especie de lujo para ociosos, de "pasatiempo" para gente que no tiene otra cosa que hacer...
No obstante, hay un tipo de seres humanos que, lejos de sumergirse, como la mayoría, en la cotidianeidad instrumental y práctica, están imbuidos de una especie de obsesión por las "cuestiones fundamentales" que plantea la existencia, como si para ellos el "vivir como se pueda" no fuese suficiente y buscaran "algo más". Ésos son justamente los empeñados en "complicarse la vida", en "darle vueltas a la cabeza" mientras van o vuelven del trabajo en el metro o el autobús, en "buscarle los tres pies al gato" incluso en el momento de máximo relax del día: acodados en la barandilla de la terraza de su casa mientras contemplan el crepúsculo -por ponerlos un poco líricos-. Pero ¿qué les pasa exactamente a esos tipos?; ¿están aquejados de alguna clase de trastorno psicológico que se resolvería mediante un simple tratamiento psiquiátrico?; ¿tienen alguna enfermedad "de moda" como el VIH o la gripe A que requeriría un tratamiento con retrovirales o con Tamiflú?. Desde luego, no se puede negar que son tíos "raros".
A esos tipos hay que analizarlos detenidamente y examinar su discurso, a ver si, como del monólogo de los locos, podemos sacar del él algo mínimamente coherente y útil: A ello dedicaremos nuestro próximo artículo...
¿Qué pinta entonces un simple aficionadillo en un sitio tan serio, entre gente tan técnicamente preparada desde el punto de vista profesional o academico?; ¿qué valor puede tener lo que diga un "don nadie" como yo?. Pienso que mucho: Precisamente el hecho de no pertenecer al "mundo" de la Filosofía -ahora con mayúscula- me permite tomar distancia respecto a los temas filosóficos, proyectar una mirada original sobre ellos, como un niño o un hombre primitivo que expresaran su visión de la realidad a través de una pintura "naïf".
Pues bien: Supongo que la cuestión que planteo bajo el epígrafe que da título a este artículo habrá sido formulada una y otra vez a lo largo de miles de años por personas mucho más preparadas que yo. Incluso puede que el problema haya sido ya resuelto y yo no me haya enterado. Solamente pido a mis amables lectores que escuchen la opinión de un niño o de un salvaje al respecto (aún a riesgo de que se me acuse de tratar de "descubrir el Mediterráneo")...
¿Qué es filosofía?. La respuesta parece fácil y sencilla: en sentido etimológico, filosofía es "amor a la sabiduría". Sin embargo, ya de entrada, uno, en su ingenuidad, advierte que la filosofía es justamente lo contrario: es -se podría decir- "el arte de complicarse la vida". El hombre común y corriente, sumergido en el tráfago cotidiano de sus asuntos y sus negocios, considera, incluso, que la pregunta está de más; él lo tiene claro: la vida es un juego que consiste en sobrevivir y reproducirse, y lo demás sobra (ya lo decía el viejo adagio: "primum vivere, deinde filosofía"; e incluso un poeta de la sensibilidad de Antonio Machado llegó a escribir: "Que la suprema ley de la vida-es vivir como se pueda"). Así que el "hombre normal" solo se plantea las tres cuestiones filosóficas típicas ("¿quiénes somos, de dónde venimos, adónde vamos?") en momentos excepcionales (por ejemplo: ante la muerte de un familiar, un amigo, un compañero de trabajo, un conocido, mientras se fuma un rápido cigarrillo a la puerta de la sala del tanatorio en que se velan los restos mortales del finado; después vuelve, lo más deprisa que puede, a sus historias cotidianas exorcizando esas cuestiones tan abstrusas con tópicos como "la vida es así", "la vida sigue", etc...). Desde este punto de vista, la filosofía sobra, es una especie de lujo para ociosos, de "pasatiempo" para gente que no tiene otra cosa que hacer...
No obstante, hay un tipo de seres humanos que, lejos de sumergirse, como la mayoría, en la cotidianeidad instrumental y práctica, están imbuidos de una especie de obsesión por las "cuestiones fundamentales" que plantea la existencia, como si para ellos el "vivir como se pueda" no fuese suficiente y buscaran "algo más". Ésos son justamente los empeñados en "complicarse la vida", en "darle vueltas a la cabeza" mientras van o vuelven del trabajo en el metro o el autobús, en "buscarle los tres pies al gato" incluso en el momento de máximo relax del día: acodados en la barandilla de la terraza de su casa mientras contemplan el crepúsculo -por ponerlos un poco líricos-. Pero ¿qué les pasa exactamente a esos tipos?; ¿están aquejados de alguna clase de trastorno psicológico que se resolvería mediante un simple tratamiento psiquiátrico?; ¿tienen alguna enfermedad "de moda" como el VIH o la gripe A que requeriría un tratamiento con retrovirales o con Tamiflú?. Desde luego, no se puede negar que son tíos "raros".
A esos tipos hay que analizarlos detenidamente y examinar su discurso, a ver si, como del monólogo de los locos, podemos sacar del él algo mínimamente coherente y útil: A ello dedicaremos nuestro próximo artículo...
miércoles, 8 de julio de 2009
CONTRA NIETZSCHE (III).
C) CRÍTICA DE LA TESIS DEL "ETERNO RETORNO".
El "eterno retorno de lo mismo", es decir, la concepción CIRCULAR del tiempo -frente a la LINEAL- es, simplemente, una apreciación INDEMOSTRABLE: ¿Por qué el tiempo habría de volver sobre sí mismo una y otra vez, eternamente, en lugar de seguir transcurriendo hacia el infinito?; ¿no contradice la tesis del "eterno retorno" la concepción nietzscheana de la "voluntad de poder" como esencia del mundo -ir siempre MÁS ALLÁ, subir siempre MÁS ALTO-?; ¿cómo se puede decir que la esencia del mundo es algo LINEAL y afirmar, a la vez, que el tiempo es lo contrario -de carácter CIRCULAR?: ya que la esencia del mundo -la "voluntad de poder"- debería comprender, incluir, impregnar y afectar igualmente al "tiempo", que es algo subordinado -un fenómeno de ella- (del mismo modo que el todo es superior a la parte).
Por otro lado, aún suponiendo que el tiempo fuera realmente circular, ¿en qué MOMENTO CONCRETO da la vuelta sobre sí mismo para empezar otra vez su ciclo?: ¿No es este momento algo INCONCEBIBLE?. Esa necesidad de un momento concreto que marque el mojón entre el inicio y el final de cada ciclo contradice la concepción circular del tiempo: porque cada nuevo ciclo sería, precisamente, éso, un ciclo NUEVO, POSTERIOR, DISTINTO ya del anterior -incluso aunque contuviera EXACTAMENTE los mismos hechos.
El propio Nieztsche, en su obra "Así habló Zaratustra", en la tercera parte, bajo el epígrafe "de la visión y del enigma" viene a reconocer implícitamente la necesidad de ese momento separador entre cada ciclo, cuando ascendiendo una montaña con el "enano" representativo del "espíritu de la pesadez" a cuestas, le dice, al llegar a la cima: "¡Mira ese portón, enano!; tiene DOS CARAS, DOS CAMINOS convergen aquí". Y continúa proclamando: uno corre hacia atrás y otro hacia adelante, etc..., etc...Luego, según viene a reconocer el mismo Nietzsche, en el proceso del "eterno retorno" es preciso que exista un instante (el "portón") que constituya un hiato en el devenir circular del tiempo y desde el cual se puedan enunciar los términos PASADO, PRESENTE Y FUTURO: algo que, si el tiempo fuera realmente circular, no tendría sentido alguno. Algo, por tanto, como he dicho arriba, INCONCEBIBLE.
En cualquier caso, las concepciones lineal y circular del tiempo representan "aporías de la razón" en el sentido kantiano del término: ambas son indemostrables, y tan defendible es la una como la otra, al menos hasta que no se encuentren PRUEBAS experimentales que inclinen la balanza hacia una de las dos. Mientras tanto, la única prueba "experimental" -si se puede llamar así- con que contamos es nuestro propio sentido intuitivo, que concibe linealmente el tiempo: nuestros sentidos nos dicen que el tiempo avanza desde atrás hacia adelante, ¿y no había, viejo Friedrich, según tus propias palabras, que fiarse del testimonio de los sentidos...?.
D) CRÍTICA DE LA CONCEPCIÓN DEL "SUPERHOMBRE".
Nietzsche concibe al "superhombre" como "el sentido de la tierra", constituyéndolo como una especie de cima o fin del devenir de la Vida. Sin embargo, cuando el "superhombre" advenga, ¿no será, a su vez, algo que debe ser SUPERADO, siguiendo la dinámica de la "voluntad de poder" como esencia del mundo?; ¿o es un término, un tope, un final? -en cuyo caso ya no hay nada más allá y la voluntad de poder dejaría de operar-. En cualquier caso, si el "superhombre" se proyecta también más allá de sí mismo, más lejos, más alto: ¿No será también él un "animal METAFÍSICO" -como el simple "hombre"-?; es decir, un ser que no se conforma con lo que hay, con lo dado, insatisfecho con el presente, que busca algo "más allá" en el espacio y en el tiempo, que se marca fines y objetivos, que busca sentidos. El "superhombre" parece, en fin, él también, "humano, demasiado humano"...
E) REFUTACIÓN DE LA "CRÍTICA DE LA CIVILIZACIÓN OCCIDENTAL".
Si la regla fundamental del juego de la vida, si no he entendido mal a Nietzsche, consiste en DOMINAR Y SOBREVIVIR, ¿cuándo el ser humano ha DOMINADO Y SOBRE:VIVIDO tanto como bajo la "decadente" cultura occidental -tan denostada por el severo Friedrich-?:
a) DOMINAR materialmente el mundo: Pensemos en todos los instrumentos técnicos, en toda la parafernalia tecnológica que el ser humano ha llegado a crear para apropiarse de su entorno y "señorearlo". Niguna otra cultura conocida, pasada o presente, ha conseguido desarrollar tal potencial dominador sobre el medio físico: desde los medios de transporte (automóviles, ferrocarriles, barcos, submarinos, naves espaciales -capaces de llevar al hombre a la Luna, de explorar sobre el terreno el planeta Marte o un satélite de Júpiter-...), pasando por los intrumentos para modificar topográficamente el suelo y construir sobré él (apisonadoras, excavadoras, taladradoras, grúas...), los medios de comunicación a distancia (radio, televisión, telefonía...), hasta las armas inconcebibles y aterradoras (la bomba atómica, por ejemplo, que sería capaz de destruir literalmente todo lo que existe sobre la faz de la tierra).
b) SOBREVIVIR: Compárese la esperanza de vida del hombre actual, en la "decadente" cultura occidental con la de cualquier otra cultura; véanse los progresos de la medicina en la lucha contra las enfermedades; adviértase el grado de crecimiento numérico -la "explosión demográfica"- de la especie humana.
Ha sido bajo la égida de los valores morales y la concepción del mundo amparada por la cultura occidental -impreganada por los "decadentes" valores platónico-cristianos tan denigrados por Nietzsche, que el ser humano se ha hecho más fuerte, más resistente y más numeroso que nunca.
Independientemente de cuáles sean sus valores "ocultos" o "encubiertos" y, aún suponiendo que esté proyectada por un impulso hacia la Nada -y no hacia algo MEJOR-, como afirma Nietzsche, lo cierto es que, OBJETIVAMENTE, en términos de VOLUNTAD DE PODER, la civilización occidental nacida en Grecia y tamizada más tarde por el cristianismo, ha FAVORECIDO más el desarrollo y el fortalecimiento de la vida que ninguna otra, y la ha llevado hasta lo más ALTO.
Todo ello a efectos PRÁCTICOS, de fuerza, capacidad de supervivencia y dominio sobre el medio material, que es de lo que se trata: ¿No, viejo Friedrich?...
El "eterno retorno de lo mismo", es decir, la concepción CIRCULAR del tiempo -frente a la LINEAL- es, simplemente, una apreciación INDEMOSTRABLE: ¿Por qué el tiempo habría de volver sobre sí mismo una y otra vez, eternamente, en lugar de seguir transcurriendo hacia el infinito?; ¿no contradice la tesis del "eterno retorno" la concepción nietzscheana de la "voluntad de poder" como esencia del mundo -ir siempre MÁS ALLÁ, subir siempre MÁS ALTO-?; ¿cómo se puede decir que la esencia del mundo es algo LINEAL y afirmar, a la vez, que el tiempo es lo contrario -de carácter CIRCULAR?: ya que la esencia del mundo -la "voluntad de poder"- debería comprender, incluir, impregnar y afectar igualmente al "tiempo", que es algo subordinado -un fenómeno de ella- (del mismo modo que el todo es superior a la parte).
Por otro lado, aún suponiendo que el tiempo fuera realmente circular, ¿en qué MOMENTO CONCRETO da la vuelta sobre sí mismo para empezar otra vez su ciclo?: ¿No es este momento algo INCONCEBIBLE?. Esa necesidad de un momento concreto que marque el mojón entre el inicio y el final de cada ciclo contradice la concepción circular del tiempo: porque cada nuevo ciclo sería, precisamente, éso, un ciclo NUEVO, POSTERIOR, DISTINTO ya del anterior -incluso aunque contuviera EXACTAMENTE los mismos hechos.
El propio Nieztsche, en su obra "Así habló Zaratustra", en la tercera parte, bajo el epígrafe "de la visión y del enigma" viene a reconocer implícitamente la necesidad de ese momento separador entre cada ciclo, cuando ascendiendo una montaña con el "enano" representativo del "espíritu de la pesadez" a cuestas, le dice, al llegar a la cima: "¡Mira ese portón, enano!; tiene DOS CARAS, DOS CAMINOS convergen aquí". Y continúa proclamando: uno corre hacia atrás y otro hacia adelante, etc..., etc...Luego, según viene a reconocer el mismo Nietzsche, en el proceso del "eterno retorno" es preciso que exista un instante (el "portón") que constituya un hiato en el devenir circular del tiempo y desde el cual se puedan enunciar los términos PASADO, PRESENTE Y FUTURO: algo que, si el tiempo fuera realmente circular, no tendría sentido alguno. Algo, por tanto, como he dicho arriba, INCONCEBIBLE.
En cualquier caso, las concepciones lineal y circular del tiempo representan "aporías de la razón" en el sentido kantiano del término: ambas son indemostrables, y tan defendible es la una como la otra, al menos hasta que no se encuentren PRUEBAS experimentales que inclinen la balanza hacia una de las dos. Mientras tanto, la única prueba "experimental" -si se puede llamar así- con que contamos es nuestro propio sentido intuitivo, que concibe linealmente el tiempo: nuestros sentidos nos dicen que el tiempo avanza desde atrás hacia adelante, ¿y no había, viejo Friedrich, según tus propias palabras, que fiarse del testimonio de los sentidos...?.
D) CRÍTICA DE LA CONCEPCIÓN DEL "SUPERHOMBRE".
Nietzsche concibe al "superhombre" como "el sentido de la tierra", constituyéndolo como una especie de cima o fin del devenir de la Vida. Sin embargo, cuando el "superhombre" advenga, ¿no será, a su vez, algo que debe ser SUPERADO, siguiendo la dinámica de la "voluntad de poder" como esencia del mundo?; ¿o es un término, un tope, un final? -en cuyo caso ya no hay nada más allá y la voluntad de poder dejaría de operar-. En cualquier caso, si el "superhombre" se proyecta también más allá de sí mismo, más lejos, más alto: ¿No será también él un "animal METAFÍSICO" -como el simple "hombre"-?; es decir, un ser que no se conforma con lo que hay, con lo dado, insatisfecho con el presente, que busca algo "más allá" en el espacio y en el tiempo, que se marca fines y objetivos, que busca sentidos. El "superhombre" parece, en fin, él también, "humano, demasiado humano"...
E) REFUTACIÓN DE LA "CRÍTICA DE LA CIVILIZACIÓN OCCIDENTAL".
Si la regla fundamental del juego de la vida, si no he entendido mal a Nietzsche, consiste en DOMINAR Y SOBREVIVIR, ¿cuándo el ser humano ha DOMINADO Y SOBRE:VIVIDO tanto como bajo la "decadente" cultura occidental -tan denostada por el severo Friedrich-?:
a) DOMINAR materialmente el mundo: Pensemos en todos los instrumentos técnicos, en toda la parafernalia tecnológica que el ser humano ha llegado a crear para apropiarse de su entorno y "señorearlo". Niguna otra cultura conocida, pasada o presente, ha conseguido desarrollar tal potencial dominador sobre el medio físico: desde los medios de transporte (automóviles, ferrocarriles, barcos, submarinos, naves espaciales -capaces de llevar al hombre a la Luna, de explorar sobre el terreno el planeta Marte o un satélite de Júpiter-...), pasando por los intrumentos para modificar topográficamente el suelo y construir sobré él (apisonadoras, excavadoras, taladradoras, grúas...), los medios de comunicación a distancia (radio, televisión, telefonía...), hasta las armas inconcebibles y aterradoras (la bomba atómica, por ejemplo, que sería capaz de destruir literalmente todo lo que existe sobre la faz de la tierra).
b) SOBREVIVIR: Compárese la esperanza de vida del hombre actual, en la "decadente" cultura occidental con la de cualquier otra cultura; véanse los progresos de la medicina en la lucha contra las enfermedades; adviértase el grado de crecimiento numérico -la "explosión demográfica"- de la especie humana.
Ha sido bajo la égida de los valores morales y la concepción del mundo amparada por la cultura occidental -impreganada por los "decadentes" valores platónico-cristianos tan denigrados por Nietzsche, que el ser humano se ha hecho más fuerte, más resistente y más numeroso que nunca.
Independientemente de cuáles sean sus valores "ocultos" o "encubiertos" y, aún suponiendo que esté proyectada por un impulso hacia la Nada -y no hacia algo MEJOR-, como afirma Nietzsche, lo cierto es que, OBJETIVAMENTE, en términos de VOLUNTAD DE PODER, la civilización occidental nacida en Grecia y tamizada más tarde por el cristianismo, ha FAVORECIDO más el desarrollo y el fortalecimiento de la vida que ninguna otra, y la ha llevado hasta lo más ALTO.
Todo ello a efectos PRÁCTICOS, de fuerza, capacidad de supervivencia y dominio sobre el medio material, que es de lo que se trata: ¿No, viejo Friedrich?...
lunes, 6 de julio de 2009
"MÁS ALLÁ DEL ARCO IRIS": CONSIDERACIONES "POLÍTICAMENTE INCORRECTAS" SOBRE LA HOMOSEXUALIDAD.
Ya avisé (y, como dice el refrán, "quien avisa no es traidor"), en la presentación de este "blog", que mi "cuaderno de bitácora", aunque iba a estar orientado, fundamentalmente, a cuestiones filosóficas, trataría de todo tipo de temas, y no rehuiría reflexiones sobre asuntos de actualidad.
También creo recordar haber manifestado -y si no, lo declaro ahora- que mi blog pretendía ser "polémico", en el sentido de constituir un "aldabonazo" a la conciencia social que despertara a la gente de la modorra intelectual en que nos tiene sumidos la sociedad contemporánea y la obligara a hacer un esfuerzo por PENSAR de forma crítica.
Pues bien, el pasado Sábado se celebró en Madrid -supongo que también en el resto de España- el "día del orgullo gay". En la capital de España, la celebración fue particularmente bulliciosa: a todo "bombo y platillo". Multitud de carrozas y autocares descubiertos desfilaron por la Gran Vía, llenos de "chicos alegres" (creo que no hace falta aclarar que "gay", en las lenguas románicas -procedentes del latín- significa "alegre") de todo tipo, aunque prevalecían los de hombres musculosos, de cuerpo muy trabajado en el gimnasio y depilado -con mucho cuero y mucha gorra de marinero- (si bien también había "osos" luciendo orgullosamente sus cuerpos pilosos y menos cuidados): todo un canto a la belleza del cuerpo masculino (un griego clásico o un artista del Renacimiento hubieran encontrado ahí abundante materia prima para esculpir excelentes obras de arte). Numeroso público -"gay" y "hetero"- observaba desde los márgenes de la avenida el desfile, caracterizado por ostentosa vistosidad, su ambiente festivo, su entusiasmo, su ruido atronador...Por las calles del centro de Madrid se veían parejas o grupos de chicos/as vestidos de forma llamativa, original y divertida, enarbolando la bandera del arco iris.
Sin embargo, uno no podía dejar de sentir en todo aquéllo, con cierta desazón, una especie de EXCESO en la "fanfarria", de EXHIBICIONISMO exagerado, de RUIDO ensordecedor. Quizá se debiera a que la tarde-noche era calurosa, y lo "candente"del desfile contrubuía a acentuar la sensación de calor sofocante. Sin embargo, cuando todo terminó, cuando las carrozas y autocares desaparecieron, cuando se limpió y reanudó el tráfico en la Gran Vía, cuando la concentración de gente se disolvió, cuando volví a casa a altas horas de la madrugada y me metí en la cama, mientras, solitario, fumaba un cigarrillo envuelto en un espeso silencio rodeado de oscuridad, inmediatamente antes de ponerme a dormir, me di cuenta de que ese sentimiento de desasosiego que me había asaltado durante la fiesta de celebración del "día del orgullo `gay´" no obedecía a meras razones de forma, sino a motivos de fondo más profundos...
Quiero aclarar que soy "heterosexual", es decir, un hombre que, desde el punto de vista sexual, se siente atraído por las mujeres, pero me considero una persona políticamente de izquierdas, de mentalidad abierta, pensamiento avanzado y sensibilidad progresista. Por tanto, no tengo nada contra los homosexuales, y si a alguien se le ocurriera calificarme de "homófobo", lo consideraría como un grave insulto...De hecho, yo mismo, cuando en reuniones con familiares, amigos o compañeros de trabajo se hace alguna alusión irónica o de mal gusto a los homosexuales o a la homosexualidad, suelo decir en broma que, bien mirado, yo también soy "lesbiano", puesto que, como a las "lesbianas", a mí me gustan igualmente las mujeres; y que ese calificativo podría aplicarse con toda propiedad a todo hombre heterosexual...Tan alejado estoy de la "homofobia" que, de hecho, el compañero de trabajo con el mejor me llevo y con el que más confianza tengo es.... ¡"gay"!. Tal es el grado confianza que nos une, que más que compañero de trabajo lo considero un amigo: hemos compartido despacho durante varios años (hasta que los avatares del trabajo hicieron que cada uno tuviera su propio "cubil", hecho al que yo me refiero jocosamente diciendo que, desde ese momento, dejamos de ser "pareja de hecho"), he estado varias veces en su casa y he tenido con él largas y sustanciosas conversaciones, llenas de libertad y desenfado, en las que él me ha contado sus aventuras y desventuras amorosas y sexuales, lo que me ha permitido conocer y familiarizarme indirectamente con los entresijos del mundo "gay".
Por otro lado, cuando la mentalidad social comenzó a mostrarse más permisiva con el fenómeno homosexual, me alegré profundamente, porque consideré que "era de justicia". Como Licenciado en Derecho, sé que, en la mayoría de los países del mundo, la homosexualidad se considera -o se consideraba hasta hace poco- como un delito merecedor de graves penas que, en algunos lugares llegaban incluso hasta la abominación de aplicar a los homosexuales la pena de muerte. Sabía de primera mano que, en España, durante la dictadura franquista, la Ley de Peligrosidad y Rehabiltación Social consideraba la homosexualidad casi un delito al que se aplicaban "medidas administrativas" bajo las que se encubrían verdaderas sanciones penales. Por éso, cuando, tras la liquidación del régimen franquista y la instauración de la democrácia los homosexuales fueron conquistando poco a poco parcelas de libertad, apoyé íntimamente aquel fenómeno. Y ahora que España ha pasado, de ser un paradigma de represión y conservadurismo, a ser uno de los países del mundo occidental más avanzados en materia de derechos y libertades individuales, y de apoyo a las minorías antes marginadas, me siento orgulloso de mi país. Sí: me siento orgulloso de vivir en un país donde los homosexuales pueden casarse y adoptar hijos, donde las parejas de gays y lesbianas pueden ir paseando, abrazados o cogidos de la mano, por cualquier avenida céntrica, besarse sin recato o hacerse carantoñas, sin suscitar más que la atención de los turistas extranjeros, que observan boquiabiertos ese fenómeno, como diciendo: "¡ésta no es nuestra España, que nos la han `cambiao´" (mientras los "nacionales" pasan apresurados yendo a sus cosas y pensando en sus asuntos, sin darle al hecho mayor importancia). Entonces, cuando veo la cara pasmo de los "guiris", yo también me siento partícipe en cierto modo de una especie de "orgullo gay". Es más, podría decirse que, desde hace un tiempo, en España, ser "gay" está de moda: no hay película o serie de televisión española que se precie donde no aparezca un "gay" para darle un toque de colorido, originalidad y modernidad; innumerables personajes de relevancia pública (desde conocidos actores, directores de cine o cantantes hasta políticos) han "salido del armario" proclamando su homosexualidad.
Sin embargo, seamos sinceros: todo lo anterior no puede ocultar el hecho de que la homosexualidad es una ANORMALIDAD y que los homosexuales son personas ANORMALES. ¡Cuidado!: he dicho A-NORMALIDAD y A-NORMALES, sin ánimo de injuriar, (no "subnormalidad" ni "subnormales", lo cual sí podría interpretarse como un insulto) desde un punto de vista estrictamente lingüistico y estadístico, es decir, como algo que supone una "desviación de la norma". Los especialistas (sociólogos, psicólogos, antropólogos) consideran que los homosexuales constituyen, aproximadamente, entre un 10 y un 15% de la población total: es desde este punto de vista que me tomo la licencia de afirmar que los homosexuales son "a-normales" y que la heterosexualidad es lo "normal" (en el mismo sentido, los genios también son "anormales", porque su coeficiente intelectual está muy por encima de la media y constituyen una parte ínfima de la población: ¿y alguién podría sentirse insultado si lo calificaran de "genio"?).
Lo cierto y verdad, y pese a quien pese, la verdad es que "la madre Naturaleza" ha hecho de la heterosexualidad la norma y de la homosexualidad la excepción: de lo contrario, no ya la especie humana, sino prácticamente ninguna especie animal o vegetal hubiera sobrevivido y se hubiera extendido por la faz de la tierra. Si la mayoría de los humanos fuéramos heterosexuales, la especie humana se hubiera extinguido hace millones de años. Basta, simplemente, con examinar nuestra configuración fisiológica: el pene masculino está hecho para penetrar en la vagina femenina y ésta se encuentra configurada para recibir a aquél.
¿Qué pensarían los "gays" si los "heterosexuales" decidiéramos, en un momento dado, comenzar a celebrar anualmente, "a bombo y platillo", el "día del orgullo `hetero´?. Pensarían, lógicamente, que estamos locos. ¿Por qué?: porque ser heterosexual es lo NORMAL, y la normalidad no necesita expresarse a través de "fanfarrias" ni fiestas llenas de sonido, luz y color; la normalidad se ejerce cotidianamente sin más, y punto.
Parece lógico que, tras una larga, oscura y represiva dictadura de casi 40 años, al llegar la democracia, los homosexuales comenzaran a reivindicar su rehabilitación legal y social, a exigir la retirada de la estigmatización que pesaba sobre ellos. Sigue pareciendo lógico que, al conseguirlo, su éxito estallara en una fiesta de música, luz y color; de globos, serpentinas, confetti y fuegos artificiales. Pero, una vez logrado su objetivo: ¿Qué sentido tiene seguir haciendo tanto ruido?. Acabada la fiesta, ¿no podrían dedicarse a ejercer cotidiana y normalmente su orientación sexual?. Y aquí viene el "quid" de la cuestión, la razón de ser de este artículo: ¿No será la continuidad de la fiesta, la exhibición del orgullo y el ruido un medio que los homosexuales emplean para acallar una voz interior que les susurra al oído que, en el fondo, HAY ALGO DENTRO DE ELLOS QUE NO ENCAJA, ALGO QUE NO MARCHA, ALGO QUE NO FUNCIONA BIEN, ALGO QUE NO ES COMO DEBERÍA SER DEDE EL PUNTO DE VISTA NATURAL...?.
Mientras me fumo el último cigarrillo del día antes de echarme a dormir reflexiono: es probable que, por lo que acabo de decir, se me tache de retrógado, de reaccionario, de ser "políticamente incorrecto". Pero, filias y fobias aparte, la verdad está por encima de todo y no tiene sexo...¡Qué difícil se hace, a veces, llevar un "blog" titulado "Filosofía a martillazos"!; porque "filosofar con el martillo" en ocasiones puede hacer daño -incluso más al que propina el "martillazo" que a quien lo recibe-...
También creo recordar haber manifestado -y si no, lo declaro ahora- que mi blog pretendía ser "polémico", en el sentido de constituir un "aldabonazo" a la conciencia social que despertara a la gente de la modorra intelectual en que nos tiene sumidos la sociedad contemporánea y la obligara a hacer un esfuerzo por PENSAR de forma crítica.
Pues bien, el pasado Sábado se celebró en Madrid -supongo que también en el resto de España- el "día del orgullo gay". En la capital de España, la celebración fue particularmente bulliciosa: a todo "bombo y platillo". Multitud de carrozas y autocares descubiertos desfilaron por la Gran Vía, llenos de "chicos alegres" (creo que no hace falta aclarar que "gay", en las lenguas románicas -procedentes del latín- significa "alegre") de todo tipo, aunque prevalecían los de hombres musculosos, de cuerpo muy trabajado en el gimnasio y depilado -con mucho cuero y mucha gorra de marinero- (si bien también había "osos" luciendo orgullosamente sus cuerpos pilosos y menos cuidados): todo un canto a la belleza del cuerpo masculino (un griego clásico o un artista del Renacimiento hubieran encontrado ahí abundante materia prima para esculpir excelentes obras de arte). Numeroso público -"gay" y "hetero"- observaba desde los márgenes de la avenida el desfile, caracterizado por ostentosa vistosidad, su ambiente festivo, su entusiasmo, su ruido atronador...Por las calles del centro de Madrid se veían parejas o grupos de chicos/as vestidos de forma llamativa, original y divertida, enarbolando la bandera del arco iris.
Sin embargo, uno no podía dejar de sentir en todo aquéllo, con cierta desazón, una especie de EXCESO en la "fanfarria", de EXHIBICIONISMO exagerado, de RUIDO ensordecedor. Quizá se debiera a que la tarde-noche era calurosa, y lo "candente"del desfile contrubuía a acentuar la sensación de calor sofocante. Sin embargo, cuando todo terminó, cuando las carrozas y autocares desaparecieron, cuando se limpió y reanudó el tráfico en la Gran Vía, cuando la concentración de gente se disolvió, cuando volví a casa a altas horas de la madrugada y me metí en la cama, mientras, solitario, fumaba un cigarrillo envuelto en un espeso silencio rodeado de oscuridad, inmediatamente antes de ponerme a dormir, me di cuenta de que ese sentimiento de desasosiego que me había asaltado durante la fiesta de celebración del "día del orgullo `gay´" no obedecía a meras razones de forma, sino a motivos de fondo más profundos...
Quiero aclarar que soy "heterosexual", es decir, un hombre que, desde el punto de vista sexual, se siente atraído por las mujeres, pero me considero una persona políticamente de izquierdas, de mentalidad abierta, pensamiento avanzado y sensibilidad progresista. Por tanto, no tengo nada contra los homosexuales, y si a alguien se le ocurriera calificarme de "homófobo", lo consideraría como un grave insulto...De hecho, yo mismo, cuando en reuniones con familiares, amigos o compañeros de trabajo se hace alguna alusión irónica o de mal gusto a los homosexuales o a la homosexualidad, suelo decir en broma que, bien mirado, yo también soy "lesbiano", puesto que, como a las "lesbianas", a mí me gustan igualmente las mujeres; y que ese calificativo podría aplicarse con toda propiedad a todo hombre heterosexual...Tan alejado estoy de la "homofobia" que, de hecho, el compañero de trabajo con el mejor me llevo y con el que más confianza tengo es.... ¡"gay"!. Tal es el grado confianza que nos une, que más que compañero de trabajo lo considero un amigo: hemos compartido despacho durante varios años (hasta que los avatares del trabajo hicieron que cada uno tuviera su propio "cubil", hecho al que yo me refiero jocosamente diciendo que, desde ese momento, dejamos de ser "pareja de hecho"), he estado varias veces en su casa y he tenido con él largas y sustanciosas conversaciones, llenas de libertad y desenfado, en las que él me ha contado sus aventuras y desventuras amorosas y sexuales, lo que me ha permitido conocer y familiarizarme indirectamente con los entresijos del mundo "gay".
Por otro lado, cuando la mentalidad social comenzó a mostrarse más permisiva con el fenómeno homosexual, me alegré profundamente, porque consideré que "era de justicia". Como Licenciado en Derecho, sé que, en la mayoría de los países del mundo, la homosexualidad se considera -o se consideraba hasta hace poco- como un delito merecedor de graves penas que, en algunos lugares llegaban incluso hasta la abominación de aplicar a los homosexuales la pena de muerte. Sabía de primera mano que, en España, durante la dictadura franquista, la Ley de Peligrosidad y Rehabiltación Social consideraba la homosexualidad casi un delito al que se aplicaban "medidas administrativas" bajo las que se encubrían verdaderas sanciones penales. Por éso, cuando, tras la liquidación del régimen franquista y la instauración de la democrácia los homosexuales fueron conquistando poco a poco parcelas de libertad, apoyé íntimamente aquel fenómeno. Y ahora que España ha pasado, de ser un paradigma de represión y conservadurismo, a ser uno de los países del mundo occidental más avanzados en materia de derechos y libertades individuales, y de apoyo a las minorías antes marginadas, me siento orgulloso de mi país. Sí: me siento orgulloso de vivir en un país donde los homosexuales pueden casarse y adoptar hijos, donde las parejas de gays y lesbianas pueden ir paseando, abrazados o cogidos de la mano, por cualquier avenida céntrica, besarse sin recato o hacerse carantoñas, sin suscitar más que la atención de los turistas extranjeros, que observan boquiabiertos ese fenómeno, como diciendo: "¡ésta no es nuestra España, que nos la han `cambiao´" (mientras los "nacionales" pasan apresurados yendo a sus cosas y pensando en sus asuntos, sin darle al hecho mayor importancia). Entonces, cuando veo la cara pasmo de los "guiris", yo también me siento partícipe en cierto modo de una especie de "orgullo gay". Es más, podría decirse que, desde hace un tiempo, en España, ser "gay" está de moda: no hay película o serie de televisión española que se precie donde no aparezca un "gay" para darle un toque de colorido, originalidad y modernidad; innumerables personajes de relevancia pública (desde conocidos actores, directores de cine o cantantes hasta políticos) han "salido del armario" proclamando su homosexualidad.
Sin embargo, seamos sinceros: todo lo anterior no puede ocultar el hecho de que la homosexualidad es una ANORMALIDAD y que los homosexuales son personas ANORMALES. ¡Cuidado!: he dicho A-NORMALIDAD y A-NORMALES, sin ánimo de injuriar, (no "subnormalidad" ni "subnormales", lo cual sí podría interpretarse como un insulto) desde un punto de vista estrictamente lingüistico y estadístico, es decir, como algo que supone una "desviación de la norma". Los especialistas (sociólogos, psicólogos, antropólogos) consideran que los homosexuales constituyen, aproximadamente, entre un 10 y un 15% de la población total: es desde este punto de vista que me tomo la licencia de afirmar que los homosexuales son "a-normales" y que la heterosexualidad es lo "normal" (en el mismo sentido, los genios también son "anormales", porque su coeficiente intelectual está muy por encima de la media y constituyen una parte ínfima de la población: ¿y alguién podría sentirse insultado si lo calificaran de "genio"?).
Lo cierto y verdad, y pese a quien pese, la verdad es que "la madre Naturaleza" ha hecho de la heterosexualidad la norma y de la homosexualidad la excepción: de lo contrario, no ya la especie humana, sino prácticamente ninguna especie animal o vegetal hubiera sobrevivido y se hubiera extendido por la faz de la tierra. Si la mayoría de los humanos fuéramos heterosexuales, la especie humana se hubiera extinguido hace millones de años. Basta, simplemente, con examinar nuestra configuración fisiológica: el pene masculino está hecho para penetrar en la vagina femenina y ésta se encuentra configurada para recibir a aquél.
¿Qué pensarían los "gays" si los "heterosexuales" decidiéramos, en un momento dado, comenzar a celebrar anualmente, "a bombo y platillo", el "día del orgullo `hetero´?. Pensarían, lógicamente, que estamos locos. ¿Por qué?: porque ser heterosexual es lo NORMAL, y la normalidad no necesita expresarse a través de "fanfarrias" ni fiestas llenas de sonido, luz y color; la normalidad se ejerce cotidianamente sin más, y punto.
Parece lógico que, tras una larga, oscura y represiva dictadura de casi 40 años, al llegar la democracia, los homosexuales comenzaran a reivindicar su rehabilitación legal y social, a exigir la retirada de la estigmatización que pesaba sobre ellos. Sigue pareciendo lógico que, al conseguirlo, su éxito estallara en una fiesta de música, luz y color; de globos, serpentinas, confetti y fuegos artificiales. Pero, una vez logrado su objetivo: ¿Qué sentido tiene seguir haciendo tanto ruido?. Acabada la fiesta, ¿no podrían dedicarse a ejercer cotidiana y normalmente su orientación sexual?. Y aquí viene el "quid" de la cuestión, la razón de ser de este artículo: ¿No será la continuidad de la fiesta, la exhibición del orgullo y el ruido un medio que los homosexuales emplean para acallar una voz interior que les susurra al oído que, en el fondo, HAY ALGO DENTRO DE ELLOS QUE NO ENCAJA, ALGO QUE NO MARCHA, ALGO QUE NO FUNCIONA BIEN, ALGO QUE NO ES COMO DEBERÍA SER DEDE EL PUNTO DE VISTA NATURAL...?.
Mientras me fumo el último cigarrillo del día antes de echarme a dormir reflexiono: es probable que, por lo que acabo de decir, se me tache de retrógado, de reaccionario, de ser "políticamente incorrecto". Pero, filias y fobias aparte, la verdad está por encima de todo y no tiene sexo...¡Qué difícil se hace, a veces, llevar un "blog" titulado "Filosofía a martillazos"!; porque "filosofar con el martillo" en ocasiones puede hacer daño -incluso más al que propina el "martillazo" que a quien lo recibe-...
viernes, 3 de julio de 2009
CONTRA NIETZSCHE (II)
B) REFUTACIÓN DE LA DISTINCIÓN ENTRE "MORAL DE SEÑORES Y MORAL DE ESCLAVOS".
1) La rebelión de los esclavos -que tanto denostaba Nietzsche- es en realidad, simplemente, una CONSECUENCIA lógica de la voluntad de poder como esencia del mundo que él proclamaba. Rebelarse contra el dominio de los fuertes no es solo un derecho de los débiles, sino un auténtico DEBER moral, una obligación, un imperativo determinado por la propia voluntad de poder. La voluntad de poder es, justamente, la causante de la rebelión de los débiles. La rebelión de los esclavos no puede ser, por tanto, censurable desde el punto de vista de la valoración de las nuevas tablas de valores que propone Nietzsche, sino todo lo contrario: es lo justo y lo debido.
2) Por otro lado, si los débiles son capaces de socavar el ánimo de los fuertes hasta el punto de IMPONERLES su valoración su valoración moral, su concepción del mundo, ¿quiénes son aquí, a fin de cuentas, los fuertes y quiénes los débiles?. Si se trata, a efectos prácticos, de vencer, de ganar, de predominar, de prevalecer, y los débiles han conseguido dominar a los fuertes -en términos de "voluntad de poder"-, ¿no será que, en el fondo, los débiles no son tan lánguidos y los fuertes no son tan aguerridos?; más aún: ¿no será que los supuestos débiles son los realmente fuertes y viceversa?. Ahora bien, ¿dónde reside la FUERZA de los débiles para imponerse a los fuertes?; en dos factores:
a) En su superior INTELIGENCIA, que es una fuerza mucho más potente que la mera "fuerza bruta" de los poderosos.
b) En su capacidad de UNIRSE, de juntar sus fuerzas dispersas para convertirlas en un vector único frente a los fuertes.
¿Qué culpa tienen los débiles si los fuertes son lo bastante imbéciles como para dejarse socavar la conciencia con la concepción del mundo y los valores morales de los primeros?; ¿qué culpa tienen los débiles si los fuertes, tan poderosos individualmente considerados (por sus "instintos aristocráticos", que los aíslan), no son lo suficientemente inteligentes para unirse en una fuerza mayor que haga frente común contra los primeros (cuyos "instintos gregarios" los empujan a la colaboración)?. La "debilidad" de los fuertes es, pues, doble: su credulidad -su inferioridad intelectual- y su dispersión -el ejercicio aislado de su fuerza-.
CONCLUSIONES:
-La INTELIGENCIA es una FUERZA superior a la mera fuerza material: véase, si no, el dominio que el ser humano, tan indigente físicamente, ha alcanzado sobre los animales, más "fuertes" en términos nietzscheanos.
-La capacidad de UNIRSE también es una FUERZA superior a la del aislamiento.
-Los esclavos son INOCENTES al rebelarse, desde el punto de vista de la "voluntad de poder" (es decir, midiendo las cosas con el rasero mismo de la nueva valoración que Nietzsche pretende introducir): Su rebelión es completamente LEGÍTIMA desde la perspectiva de las nuevas "tablas de la ley" nietzscheanas.
-El fuerte es el que vence, el que predomina, el que gana, el que prevalece. Luego, si los esclavos han ganado la batalla y han sometido a los fuertes, las posiciones se invierten: los "señores" loados por Nietzsche son, en realidad, los débiles; y los "esclavos", tan denostados por él, son, en puridad, los fuertes.
1) La rebelión de los esclavos -que tanto denostaba Nietzsche- es en realidad, simplemente, una CONSECUENCIA lógica de la voluntad de poder como esencia del mundo que él proclamaba. Rebelarse contra el dominio de los fuertes no es solo un derecho de los débiles, sino un auténtico DEBER moral, una obligación, un imperativo determinado por la propia voluntad de poder. La voluntad de poder es, justamente, la causante de la rebelión de los débiles. La rebelión de los esclavos no puede ser, por tanto, censurable desde el punto de vista de la valoración de las nuevas tablas de valores que propone Nietzsche, sino todo lo contrario: es lo justo y lo debido.
2) Por otro lado, si los débiles son capaces de socavar el ánimo de los fuertes hasta el punto de IMPONERLES su valoración su valoración moral, su concepción del mundo, ¿quiénes son aquí, a fin de cuentas, los fuertes y quiénes los débiles?. Si se trata, a efectos prácticos, de vencer, de ganar, de predominar, de prevalecer, y los débiles han conseguido dominar a los fuertes -en términos de "voluntad de poder"-, ¿no será que, en el fondo, los débiles no son tan lánguidos y los fuertes no son tan aguerridos?; más aún: ¿no será que los supuestos débiles son los realmente fuertes y viceversa?. Ahora bien, ¿dónde reside la FUERZA de los débiles para imponerse a los fuertes?; en dos factores:
a) En su superior INTELIGENCIA, que es una fuerza mucho más potente que la mera "fuerza bruta" de los poderosos.
b) En su capacidad de UNIRSE, de juntar sus fuerzas dispersas para convertirlas en un vector único frente a los fuertes.
¿Qué culpa tienen los débiles si los fuertes son lo bastante imbéciles como para dejarse socavar la conciencia con la concepción del mundo y los valores morales de los primeros?; ¿qué culpa tienen los débiles si los fuertes, tan poderosos individualmente considerados (por sus "instintos aristocráticos", que los aíslan), no son lo suficientemente inteligentes para unirse en una fuerza mayor que haga frente común contra los primeros (cuyos "instintos gregarios" los empujan a la colaboración)?. La "debilidad" de los fuertes es, pues, doble: su credulidad -su inferioridad intelectual- y su dispersión -el ejercicio aislado de su fuerza-.
CONCLUSIONES:
-La INTELIGENCIA es una FUERZA superior a la mera fuerza material: véase, si no, el dominio que el ser humano, tan indigente físicamente, ha alcanzado sobre los animales, más "fuertes" en términos nietzscheanos.
-La capacidad de UNIRSE también es una FUERZA superior a la del aislamiento.
-Los esclavos son INOCENTES al rebelarse, desde el punto de vista de la "voluntad de poder" (es decir, midiendo las cosas con el rasero mismo de la nueva valoración que Nietzsche pretende introducir): Su rebelión es completamente LEGÍTIMA desde la perspectiva de las nuevas "tablas de la ley" nietzscheanas.
-El fuerte es el que vence, el que predomina, el que gana, el que prevalece. Luego, si los esclavos han ganado la batalla y han sometido a los fuertes, las posiciones se invierten: los "señores" loados por Nietzsche son, en realidad, los débiles; y los "esclavos", tan denostados por él, son, en puridad, los fuertes.
miércoles, 1 de julio de 2009
PRESENTACIÓN
Comenzamos a emitir en serio...
Evidentemente, para los iniciados en filosofía, este blog tiene una inequívoca filiación nietzscheana, ya que su título no deja lugar a dudas: "Filosofía a martillazos", clara referencia al subtítulo con que el filósofo alemán Fiedrich Nietzsche rotula su obra "El crepúsculo de los ídolos" -"o cómo se filosofa con el martillo"-. Pero solo aciertan hasta cierto punto...Es cierto que Nietzsche representa para el autor de este cuaderno de bitácora la figura cumbre de la Historia de la Filosofía y lo considera como su "padre espiritual". Pero ya Sigmund Freud hablaba de la necesidad de "matar al padre" -en sentido figurado, obviamente- como acto imprescindible para que un hombre alcance su madurez espiritual. Por tanto, este blog, sin renunciar a su influencia nietzscheana, pretende ir "más allá" de Nietzsche y, en cierto modo, ponerlo en cuestión utilizando las propias armas que el filósofo alemán nos ha regalado: entre ellas, el martillo. He ahí el verdadero sentido del rótulo que preside este cuaderno de bitácora (y de ahí que, en la
fotografía que ilustra esta pagina no aparezca una imagen de Nietzsche -por ejemplo, la del extraordinario busto que del filósofo realizó el escultor Klinger-, como ser�a pertinente si el autor fuera un obediente discípulo del buen Friedrich-, sino la de un obrero contempor�neo destrozando a martillazos un electrodoméstico). Vamos, pues, a ello...
CONTRA NIETZSCHE (I).
A) PARA UNA REFUTACIÓN DE LA CRÍTICA DE LA METAFÍSICA DE NIETZSCHE.
1) Nietzsche mismo hace "metafísica" de dos maneras:
a) Con su concepción de la esencia del mundo como "voluntad de poder", de fuerza o impulso de "ser y de ser más" -según su propia definición-, ya que el simple hecho de declarar que el mundo tiene una "esencia" que hay que desvelar a través de los fenómenos en que se manifiesta implica ya, en cierto modo, una actitud "metafísica": es buscar "algo" que está "más allá de lo aparente (ya que, de lo contrario, sería tan evidente que no necesitaría ni decirse siquiera: estaría tan a la vista que todo el mundo la reconocería inmediatamente, sin más indagaciones.
b) Con su formulación del "superhombre" como "sentido" de la tierra, que implica, igualmente, la desvalorización de lo actualmente existente, del hombre tal como es aqu� y ahora, en función de algo "mejor" que espera "más allá en el tiempo: el superhombre, por tanto, es el nuevo "ideal" que Nietzsche, quien reintroduce, por esta vía, la idea de "finalidad" que supuestamente pretende desterrar, demostrando que no se puede vivir sin una "finalidad", sin un "sentido", sin un "ideal" (da lo mismo que esté más allá o más acá de las estrellas, que sea un ser espiritual -Dios- o la evolución de un ser material -el superhombre-).
2) Por otro lado, Nietzsche no llega a ser lo suficientemente "radical" en su pensamiento: en efecto, se conforma con lo dado como un límite conceptual absoluto que no pone en cuestión. Quiero decir: si ya es algo extraño y excepcional que exista UN mundo -el que conocemos en las coordenadas del espacio y del tiempo- (por èso Heidegger se preguntaba: "¿Por qué hay ser y no, más bien, nada?), si este mero hecho ya es asombroso de por sí, ¿por qué considerar más asombroso, extraño o absurdo el que haya OTRO mundo (como hace el cristianismo, por ejemplo), o mejor aún, MUCHOS más mundos, una cadena inimaginable de mundos? (no en el sentido de nuevos universos como el que ya conocemos, sino de "dimensiones" o "planos" del ámbito del ser radicalmente distintos -inconcebibles para nosotros- a la dimensión espacio-temporal en que nos movemos). Si el mero hecho de que existiera una sola piedra en todo el universo necesitaría ya una explicación, ¿por qué iba a ser más extraño que existieran otros mundos diferentes?. Obcecado como un asno en lo dado, Nietzsche pretende hacernos creer que la tribu remota primitiva confinada en una remota isla tiene razón cuando cree que su isla es lo único real, desechando la existencia de vastos continentes más allá en los que campan a sus anchas máquinas voladoras capaces de alcanzar el cielo y las estrellas, aparatos a través de los cuales se puede ver y oír lo que ocurre a miles de kilómetros de distancia, etc, etc...
En ésto viene a caer, en definitiva, la doctrina del viejo Friedrich: en un provincianismo del pensamiento.
Quizá el valor de su crítica a la metafísica resida, simplemente, en enseñarnos un imprescindible RIGOR: al hablar de otros mundos, de otras dimensiones, hay que ser extremadamente cauto, andarse con pies de plomo y no confundir el deseo con la realidad: hagamos, de momento, como si el mundo que conocemos fuera lo único real, tomemos como punto de partida el suelo que pisamos. Pero dicho ésto, contra Nietzsche, ¿cómo impedir que el ser humano sueñe e imagine otros mundos -como quizá podría hacerlo un loco visionario en la primitiva tribu aislada que hemos dibujado arriba-?; ¿cómo castrar en él ese impulso que constituye justamente el n�cleo de su esencia: el impulso de querer saber cada vez más, de llegar cada vez más lejos, de volar cada vez más alto, de averiguar cada vez más cosas?: ¡Si en ese impulso se manifiesta justamente la esencia de la VOLUNTAD DE PODER, ese deseo de ir siempre MÁS ALLÁ de sí mismo, de lo dado, de lo concreto, de evidente, de lo que hay...!.
El ataque de Nietzsche a la metafísica es, por tanto, un ataque a la línea de flotación misma del concepto de "voluntad de poder".
Sí vivamos como si nuestro mundo material fuera el único real, como si no hubiera que esperar nada de ningún "trasmundo". Pero, partiendo de esa base, no excluyamos nada como HIPÓTESIS teórica. Y dediquémonos, en definitiva, a tratar de verificar EXPERIMENTALMENTE esas hipótesis -si podemos-: a tratar de verlas, de oírlas, de tocarlas -o de SENTIRLAS de algún modo-.
Evidentemente, para los iniciados en filosofía, este blog tiene una inequívoca filiación nietzscheana, ya que su título no deja lugar a dudas: "Filosofía a martillazos", clara referencia al subtítulo con que el filósofo alemán Fiedrich Nietzsche rotula su obra "El crepúsculo de los ídolos" -"o cómo se filosofa con el martillo"-. Pero solo aciertan hasta cierto punto...Es cierto que Nietzsche representa para el autor de este cuaderno de bitácora la figura cumbre de la Historia de la Filosofía y lo considera como su "padre espiritual". Pero ya Sigmund Freud hablaba de la necesidad de "matar al padre" -en sentido figurado, obviamente- como acto imprescindible para que un hombre alcance su madurez espiritual. Por tanto, este blog, sin renunciar a su influencia nietzscheana, pretende ir "más allá" de Nietzsche y, en cierto modo, ponerlo en cuestión utilizando las propias armas que el filósofo alemán nos ha regalado: entre ellas, el martillo. He ahí el verdadero sentido del rótulo que preside este cuaderno de bitácora (y de ahí que, en la
fotografía que ilustra esta pagina no aparezca una imagen de Nietzsche -por ejemplo, la del extraordinario busto que del filósofo realizó el escultor Klinger-, como ser�a pertinente si el autor fuera un obediente discípulo del buen Friedrich-, sino la de un obrero contempor�neo destrozando a martillazos un electrodoméstico). Vamos, pues, a ello...
CONTRA NIETZSCHE (I).
A) PARA UNA REFUTACIÓN DE LA CRÍTICA DE LA METAFÍSICA DE NIETZSCHE.
1) Nietzsche mismo hace "metafísica" de dos maneras:
a) Con su concepción de la esencia del mundo como "voluntad de poder", de fuerza o impulso de "ser y de ser más" -según su propia definición-, ya que el simple hecho de declarar que el mundo tiene una "esencia" que hay que desvelar a través de los fenómenos en que se manifiesta implica ya, en cierto modo, una actitud "metafísica": es buscar "algo" que está "más allá de lo aparente (ya que, de lo contrario, sería tan evidente que no necesitaría ni decirse siquiera: estaría tan a la vista que todo el mundo la reconocería inmediatamente, sin más indagaciones.
b) Con su formulación del "superhombre" como "sentido" de la tierra, que implica, igualmente, la desvalorización de lo actualmente existente, del hombre tal como es aqu� y ahora, en función de algo "mejor" que espera "más allá en el tiempo: el superhombre, por tanto, es el nuevo "ideal" que Nietzsche, quien reintroduce, por esta vía, la idea de "finalidad" que supuestamente pretende desterrar, demostrando que no se puede vivir sin una "finalidad", sin un "sentido", sin un "ideal" (da lo mismo que esté más allá o más acá de las estrellas, que sea un ser espiritual -Dios- o la evolución de un ser material -el superhombre-).
2) Por otro lado, Nietzsche no llega a ser lo suficientemente "radical" en su pensamiento: en efecto, se conforma con lo dado como un límite conceptual absoluto que no pone en cuestión. Quiero decir: si ya es algo extraño y excepcional que exista UN mundo -el que conocemos en las coordenadas del espacio y del tiempo- (por èso Heidegger se preguntaba: "¿Por qué hay ser y no, más bien, nada?), si este mero hecho ya es asombroso de por sí, ¿por qué considerar más asombroso, extraño o absurdo el que haya OTRO mundo (como hace el cristianismo, por ejemplo), o mejor aún, MUCHOS más mundos, una cadena inimaginable de mundos? (no en el sentido de nuevos universos como el que ya conocemos, sino de "dimensiones" o "planos" del ámbito del ser radicalmente distintos -inconcebibles para nosotros- a la dimensión espacio-temporal en que nos movemos). Si el mero hecho de que existiera una sola piedra en todo el universo necesitaría ya una explicación, ¿por qué iba a ser más extraño que existieran otros mundos diferentes?. Obcecado como un asno en lo dado, Nietzsche pretende hacernos creer que la tribu remota primitiva confinada en una remota isla tiene razón cuando cree que su isla es lo único real, desechando la existencia de vastos continentes más allá en los que campan a sus anchas máquinas voladoras capaces de alcanzar el cielo y las estrellas, aparatos a través de los cuales se puede ver y oír lo que ocurre a miles de kilómetros de distancia, etc, etc...
En ésto viene a caer, en definitiva, la doctrina del viejo Friedrich: en un provincianismo del pensamiento.
Quizá el valor de su crítica a la metafísica resida, simplemente, en enseñarnos un imprescindible RIGOR: al hablar de otros mundos, de otras dimensiones, hay que ser extremadamente cauto, andarse con pies de plomo y no confundir el deseo con la realidad: hagamos, de momento, como si el mundo que conocemos fuera lo único real, tomemos como punto de partida el suelo que pisamos. Pero dicho ésto, contra Nietzsche, ¿cómo impedir que el ser humano sueñe e imagine otros mundos -como quizá podría hacerlo un loco visionario en la primitiva tribu aislada que hemos dibujado arriba-?; ¿cómo castrar en él ese impulso que constituye justamente el n�cleo de su esencia: el impulso de querer saber cada vez más, de llegar cada vez más lejos, de volar cada vez más alto, de averiguar cada vez más cosas?: ¡Si en ese impulso se manifiesta justamente la esencia de la VOLUNTAD DE PODER, ese deseo de ir siempre MÁS ALLÁ de sí mismo, de lo dado, de lo concreto, de evidente, de lo que hay...!.
El ataque de Nietzsche a la metafísica es, por tanto, un ataque a la línea de flotación misma del concepto de "voluntad de poder".
Sí vivamos como si nuestro mundo material fuera el único real, como si no hubiera que esperar nada de ningún "trasmundo". Pero, partiendo de esa base, no excluyamos nada como HIPÓTESIS teórica. Y dediquémonos, en definitiva, a tratar de verificar EXPERIMENTALMENTE esas hipótesis -si podemos-: a tratar de verlas, de oírlas, de tocarlas -o de SENTIRLAS de algún modo-.
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